Blogia
Walter andres tejada™

La suerte de la fea..

Las mujeres bonitas tienen muchas ventajas. Pero un nuevo estudio demostró que las más atractivas pueden ser discriminadas en el trabajo.

Cuando a una mujer bonita no le va bien en el trabajo, otros atribuyen su fracaso a falta de esfuerzo.

Siempre se ha dicho que las personas bellas tienen las de ganar. Y los estudios científicos lo confirman.  Se ha demostrado, por ejemplo, que no solo logran un mejor salario sino que salen mejor librados de las evaluaciones sobre desempeño laboral. También se ha comprobado que reciben mejores calificaciones cuando aplican a un programa de estudios, más votos en elecciones populares, mejores ofertas al comprar y sentencias menos drásticas en un juicio.

A este fenómeno se le conoce como el efecto ‘lo bonito es bueno’. Pero un nuevo estudio acaba de confirmar que en el caso de las mujeres este efecto tiene sus limitaciones y para muchas de ellas ser bellas no es una bendición sino una condena. El trabajo fue publicado en el Journal of Social Psychology y en él se concluye que las mujeres lindas sufren de discriminación cuando aplican a ciertos trabajos considerados masculinos y para los que la apariencia no es importante.

En uno de los experimentos, se les dio a los participantes una lista de cargos así como fotos de aspirantes de ambos sexos, y se les pidió que relacionaran aquellos que eran más aptos para asumir cada trabajo. Las mujeres bonitas fueron menos escogidas para puestos de seguridad e ingeniería y más ligadas para oficios como secretaria y recepcionista. “En ciertas profesiones, como gerente de desarrollo e investigación, directora de finanzas, ingeniería mecánica y supervisión de construcción, ser atractivo es una variable que juega en contra de las mujeres bonitas-, dijo a SEMANA Stefanie Johnson, profesora de la Universidad de Colorado y directora del estudio-. En otro tipo de trabajos, como vendedora de ropa interior, enfermera, relaciones públicas, las mujeres atractivas son preferidas”, agrega. Lo curioso es que los hombres apuestos no sufren este tipo de discriminación y siempre tienen ventajas frente a ellas.

El trabajo es consistente con investigaciones anteriores, y aunque no explora las posibles causas, la autora cree que se debe a que, como las mujeres atractivas tienen siempre una ventaja, las rechazan en cargos para los cuales no es importante la apariencia “con el fin de compensar por esa injusticia”, dice Johnson. Pero para otros es una confirmación del llamado efecto ‘bimbo’, que la abogada Deborah Rhode, autora del libro The beauty bias (El sesgo de la belleza), describe como la penalización que sufren las mujeres por ser bonitas o muy atractivas. Porque, según le dijo a esta revista, “se cree que les falta inteligencia para desempeñar trabajos exigentes”. Tanto Rhode como Johnson aseguran que las bonitas viven ambas situaciones, pues se les exige cumplir con un estándar más alto de apariencia, “pero también se les castiga por ser demasiado lindas”.

Esto lo ha vivido María Ximena Álvarez, una administradora de empresas que desde muy joven se ha destacado por su atractivo físico. En un cargo que desempeñó en Washington en una revista especializada en temas de política internacional tuvo dos jefes mujeres que le hicieron la vida imposible. En otro trabajo, fue su jefe hombre, que se le insinuaba todo el día, el que la atormentaba. Luego de esas experiencias, le da miedo arreglarse para una entrevista de trabajo porque sabe que su apariencia puede ser un arma de doble filo. “Si es un hombre que admira la belleza y busca algo comercial, me va bien, pero también puede suceder que piense que por ser bonita soy bruta o que crea que una mujer como yo le puede traer problemas. Y si es mujer, puede sentir envidia”. Las presunciones de María Ximena no son infundadas. Un estudio publicado en el Journal of Experimental and Social Psychology encontró que cuando una persona es evaluada para un cargo por alguien del mismo sexo el bono de la belleza, es decir, la ventaja de ser lindo, se pierde tal vez porque ven a sus congéneres bellos como rivales que hay que evitar a toda costa.

El estereotipo de mujer bonita como sinónimo de poco inteligente, según Isabel Londoño, todavía está muy integrado a la cultura, pese a que la mujer ha demostrado ser capaz de asumir cargos de responsabilidad, independientemente de su físico. Ejemplo de ello fue una vez en que se reunió con el comité de Colfuturo, cuando ella era directora de esa entidad, para estudiar la hoja de vida de los posibles becarios, entre los cuales estaba una odontóloga muy hermosa. “Uno de los hombres presentes la vio y dijo ‘esta vieja está bonita, pero debe ser bruta’. Desde ese momento decidí que las aplicaciones no se estudiaban con foto, porque la apariencia podía ser usada en contra de ellas”, dice.

A las bonitas también se les ve como peligrosas. El caso de la puertorriqueña Debraleeh Lorenzana, quien en junio pasado entabló en Nueva York una demanda al Citibank, habla por sí solo. Esta mujer de 33 años, alta, morena y de formas generosas fue despedida, según ella, por estar “muy buena”. Entre los argumentos que usó para el litigio está una anécdota de cuando sus jefes le dijeron que no se podían concentrar en el trabajo porque su apariencia era demasiado perturbadora y por ello le pidieron que no volviera a ponerse faldas apretadas, ni sastres ajustados, ni zapatos altos, recomendación que ella no acató. Solo dejó de alisarse el pelo y maquillarse, pero cuando lo hizo le exigieron que se echara rubor porque se veía enferma. Para Londoño el caso ilustra la situación de la mujer en un contexto machista en el que los hombres no manejan el apetito sexual (lo viven, dice) y son ellas las que tienen que ser recatadas para no despertar el deseo en ellos.

Varios estudios han mostrado que la carga para una mujer que tiene encima la atención de los hombres es desastrosa. En el European Journal of Social Psychology se reportó que las mujeres atractivas entre 18 y 35 años tienden a cometer errores si son conscientes de que llaman la atención por su físico.

María Mercedes López, la bella presidenta del Consejo Superior de la Judicatura, dijo a SEMANA que ella trata de vestirse de manera discreta “para que no se equivoquen conmigo”. En su caso, cree que ser linda no ha sido un obstáculo porque desde muy pequeña se destacó más por estudiosa y dedicada que por su apariencia, y esos adjetivos la han acompañado en toda su carrera. Sin embargo, cree que la belleza a veces genera sospechas. “Cuando vine a Bogotá, donde no me conocían, sentía que la gente se preguntaba ‘será que sí

‘, y por eso cuando pasé la hoja de vida para este cargo no puse foto, porque quería que se concentraran en mi amplia experiencia en la rama judicial”, relata. Estas dudas son más comunes entre las mujeres, señala Londoño. “Las bonitas generan desconfianza porque se duda de su capacidad y de su ética, pues se cree que ganan todo con su físico”. Por todo esto, los expertos creen que las atractivas tienen su propio techo de cristal, lo que explicaría por qué hay tan pocas caras femeninas en la cúspide de las empresas líderes del mundo.

En una encuesta hecha por Newsweek recientemente entre personas encargadas de entrevistar a quienes se postulan a cargos en las empresas quedó claro que la apariencia es lo más importante. El 65 por ciento de la muestra dijo que una persona fea tiene pocas posibilidades de ser elegida. El 60 por ciento de los encuestados dijeron que las mujeres se beneficiarían de vestirse con atuendos que marquen su figura, pero un 47 por ciento opinó que podrían tener problemas por presentarse al trabajo demasiado bonitas. “Es un mensaje contradictorio-, dice Rodhes-. Las mujeres son premiadas por llenar las expectativas de belleza y al mismo tiempo son condenadas por hacerlo”. Por eso tal vez lo mejor es seguir el ejemplo de María Mercedes López, quien no considera que su cara bonita le haya servido para avanzar en su carrera. Como ella dice, “lo físico es pasajero. Es mejor invertir en atributos que mejoran con el paso del tiempo”.

 

0 comentarios